viernes, 25 de mayo de 2012

Dédalus Joyce.
Hombre funesto de claves nocturnas y cuerpo desnudo junto al río profundo de brillantes escupidas. Hombre de ojos anti-miopes exploradores de infinidad. Hombre de rostro en sombra y cuerpo genio abstracto. Hombre sin miedo de pluma en mano ni de ojos en ser ni sonrisa suprema. Hombre dios llegaste solo de infinitudes asombrofantasmales ornado de lágrimas de superioridad vergonzante. Hombre destructor de tabúes y cielos estrellados. Hombre de los frágiles vestidos que caen dejando hermanos desnudos. Hombre sin alimento para otorgar a los que buscan. Hombre de altos mares de surcos desolados. Hombre-barco blanco. Hombre que arrancaste el vómito para sepultar el mito. Hombre de tiempo y espacio que arrastran cuerdas locuras. Hombre superhombre, frialdad y tibieza en conjunción. Hombre.


Cenizas.
Hemos dicho palabras,
palabras para despertar muertos,
palabras para hacer un fuego,
palabras donde poder sentarnos
y sonreír.

Hemos creado el sermón
del pájaro y del mar,
el sermón del agua,
el sermón del amor.

Nos hemos arrodillado
y adorado frases extensas
como el suspiro de la estrella,
frases como olas,
frases como alas.

Hemos inventado nuevos nombres
para el vino y para la risa,
para las miradas y sus terribles
caminos.

Yo ahora estoy sola
– como la avara delirante
sobre su montaña de oro –
arrojando palabras hacia el cielo,
pero yo estoy sola
y no puedo decirle a mi amado
aquellas palabras por las que vivo.


29
Aquí vivimos con una mano en la garganta. Que nada es posible
ya lo sabían los que inventaban lluvias y tejían palabras en el tor-mento de la ausencia. Por eso en sus plegarias había un sonido de
manos enamoradas de la niebla.


CAROLINE DE GUNDERODE 
La mano de la enamorada del viento
acaricia la cara del ausente.
La alucinada con su “maleta de piel pájaro”
huye de sí misma con un cuchillo en la memoria.
La que fue devorada por el espejo
entra en un cofre de cenizas
y apacigua a las bestias del olvido.


(Textos de Poesía completa de Alejandra Pizarnik, el fenómeno de las recomendaciones literarias o de como leer bien la poesía, con otros sujetos y predicados: Se cuela entre todas las líneas.
Desde aquí gracias por el regalo y el castigo.)


viernes, 18 de mayo de 2012

He pasado unos treinta minutos mirándome los pezones.

Hoy me ha fascinado comprender que los pezones no son más que un ejemplo gráfico de todo lo que nos afecta el entorno, y mentiría si dijera que no me he acordado de ti y de tu espalda, pero eso bien podría omitirlo cualquier otro día de una forma completamente improcedente. (Cuán inoportuno es callarse últimamente)

Pues bien, estaba yo desafiando a mi areola izquierda en un duelo de miradas cuando, de golpe y pestañeo, me he visto atacada por un acto reflejo. Levantose parte del vello de mi cuerpo y ha sido entonces, no antes, cuando he reparado en ellos: cuatro pelos imitando a las pestañas en mi pezón izquierdo. Y no sé si será capricho o simple aprendizaje pero en ese momento se me ha antojado aunar el pelo y la valentía.
Así que no sé hasta que punto cuatro pelos en mi pezón izquierdo me vuelven más valiente pero ha ocurrido, así que más vale tener mucho tacto conmigo. Pronto.

Mujeres de pelo en pecho.

lunes, 7 de mayo de 2012

- Desease una vez un personaje de pacotilla.
Coma.
Detengo mi lectura, no levanto la mirada del libro y con los ojos cerrados sitúo mi dedo sobre los labios. Su lengua, la mía, acaricia la yema de mi índice. No me apresuro a pasar página cuando al levantar mis pestañas me topo con su mirada. Un personaje de pacotilla con guisante en lugar de nuez de Adán, sin Eva y sin princesa.
Una lágrima cae por mis duras mejillas color manzana, recuerdo las noches que ese guisante se escondió bajo el colchón impidiendo dormir a la princesa con pijama imitación coraza.
- No le pidas peras al olmo o me sentiré ofendida - aventuraba como si Hansel hubiese aprendido que la fruta cuando es pecho de mujer es la mejor golosina.
- ¿Recuerdas cuando pusimos la caperuza roja? ¿Cuándo no necesitábamos enseñar la pata de cordero bajo la puerta?-
Solía llamarme ricitos de bronce mientras yo elegía las horas del día en las que convertirle en oso grande, mediano o tan pequeño que hasta podía hacerle daño. Pulgarcito y la bailarina de plomo en un barquito de papel de periódico.
Uno, dos, incluso tres parpadeos fueron. Cabezadas sin hombro en el que apoyar un casco que crece con las mentiras y una nariz llena de lloriqueos. Él siguió al conejo hasta la madriguera y sin embargo soy yo quien inunda la habitación por ser ausencia en lugar de estar ausente.
Ese estúpido libro de cuentos siempre acaba con el flautista de Hamelin, y yo siempre me duermo cuando las ratas llegan al pueblo.

Quédate en mi estantería para cuando queramos ser niños de nuevo.




viernes, 4 de mayo de 2012

Ahora que hay tormenta: Padece, que va a llover.


Aspiramos a llorar un mar. Daniele Buetti

Que me expliquen.
Preciso una lógica en fila de sentimientos que se dejan arrastrar por el agua que cae cuando hay tormenta, que me digan que hace al supuesto escritor aspirar a convertir cada gota de agua, más o menos salada, en letra.
Me he encontrado tus defectos apuntados en un pedazo de papel con fecha del último chaparrón.
Y he caido sin necesitar gravedad: Nunca llueve a gusto de todos, pero mira tú por donde confío en que sí lo haga chispeando.
Mi abuela cuando llueve se limita a decir que si alguien tiene que volver a mi vida lo hará, y mira tú por dónde acaba de empezar a chispear.

'Las estúpidas redes sociales van a acabar por dejarnos la piel translúcida.'