sábado, 27 de abril de 2013

Ésto no soluciona nada.

Su cabeza sostiene unos labios femeninos, una pequeña nariz redonda y vello facial, del que acariciar con los mofletes y las papilas. Acoge pequeños poros asfixiados que tumban cráneos ajenos contra el mármol de su pecho.
Sólo se afeita cuando echa de menos los hoyuelos y siempre, durante esas primeras horas de afeitado, se obliga a sufrir pequeños terremotos en cada una de las grietas de los labios hipertrofiando los músculos de sus mejillas al provocar la sonrisa. Una repetición tras otra. (Hace semanas que esta risa me parece excesivamente forzada)
No sé cuánto pero sé que le pesa cada mota de polvo en el rostro.
No sé dónde pero intuyo la situación vascular más prominente.
Lo que sí sé son sus ojos globo terráqueo donde los meridianos consiguen fugarse, sé que mojé los pies allí, en sus pupilas, quemándome en una y helándome en otra y sé que sólo él puede salir de su oscuro círculo de las Bermudas.
Porque, de verás, él tiene unos ojos azul tierra con los que siempre ver el vaso lleno de sangre y la tensión por las nubes.
Lo sé y eso que hace semanas que no le miro a la cara.
Que me perdone porque también sé que ésto no soluciona nada, pero me encantaría que supiera que yo a una pupila desierta me llevaría la cara oculta del globo terráqueo.

Me pone triste esta paciencia que nos tenemos, a veces pienso que yo ya no quiero tener nada suyo y entonces vuelvo a tirarle un puñado de comida que alimenta el ego que olvidó dentro de mí.
Definitivamente quiero perder la esperanza para tener otra cosa sobre la que escribir.

miércoles, 17 de abril de 2013

12:34 AM

a. El abecedario que le canto a las ovejas cuando no puedo dormir
b. les ruega que se queden.
c. Sólo cuento las cuatro primeras letras
d. y no me demoro en situarme frente la valla
e. sin saber si impido que salten,
f. si enfrento su vuelo
g. o simplemente provoco que aprieten un poco más el trasero.
h. Es la octava oveja la que se tropieza contra la valla cuando llega la hache,
i. el próximo gemido
j. - serán ya-
k. un hacino de entrañas
l. que acomoda mi cabeza cuando llega la ele.
m. Los animales continúan goteando de forma pesada
n. (como si hubiera otra forma de gotear)
ñ. y me arropa antes de acabar la nana
o. que no es capaz de superar la letra pe
p. porque las casualidades existen hasta en los mundos donde reina la obsesión.
Todas ellas balan recubiertas de la roja lana que les aportó el disparatado tropezón, y aún así, apuran el tic-tac de mi reloj en cada respiración.

Estoy harta de los números, me paso al abecedario. 

viernes, 5 de abril de 2013

Paradoja cinética.

Me vuelvo a sentir vacía de determinación (ésta) y rodeada de cobardes que se vuelven valientes por dejarme marchar.
Ajeno a mí no es que se argumente la incoherencia de una forma razonable.
No es distante que alguien cuestione mi propio miedo a mi persona y días después afirme estar asustado.
Romper el silencio es de chicas fuertes y
- siempre pensé que romper el nuestro era dejar de mirarnos
aunque entonces me sintiera una heroína cantando que me duele la voz sin despegar las comisuras de los labios.

Debimos estar al caer y sacaste fuerzas para no saltar.
Estúpido fue pensar que la deshidratación no era una posible muerte al mirar ojos potables,
confiar en las pestañas que precipitan y finalmente ahogarse al emanar todo. Todo.

Hay espacio de sobra para que nos falte el aire.
No se puede dar la mano a alguien con el puño libre mientras aferra fuertemente una extremidad ausente.
El mejor antifaz es la sonrisa.
La inocencia no se pierde llorando.
La soledad sabe a hierro hemático.
No te marcharás a la cama sin saborear algo nuevo.
Además.
Las lágrimas brillan y esa es la peor de las paradojas.

Le hice prometer que se quedaría lo que dure. Él- mármol.
Estoy tan triste que no deseo escribir a nadie.
Quiero un nadie, quiero una paradoja final de la que carcajearme hasta que el mareo y la marea se divorcien.

Adivina las heridas.