— Es increíble —dijo— que tengas esos músculos.
Franz se alegró por el elogio. Se levantó de la cama, cogió una pesada silla de roble por la parte de abajo de la pata, junto al suelo, y la levantó lentamente.— No tienes que tener miedo de nada —dijo—, yo podría defenderte en cualquier situación.
—Es agradable ver lo fuerte que eres.
Pero para sus adentros añadió lo siguiente: Franz es fuerte, pero su fuerza se dirige sólo hacia fuera. Con respecto a las personas con las que vive, a las que quiere, es débil. La debilidad de Franz se llama bondad. Franz nunca podría darle órdenes a Sabina. No le mandaría, como en tiempos hizo Tomás, que coloque un espejo en el suelo y ande encima de él desnuda. No es que le falte sensualidad, pero le falta fuerza para mandar. Hay cosas que sólo pueden hacerse con violencia. El amor físico es impensable sin violencia.
Sabina miraba a Franz que caminaba por la habitación con la silla levantada, aquello le parecía grotesco y la llenaba de una extraña tristeza.
— ¿Y por qué no utilizas nunca tu fuerza contra mí?
— Porque amar significa renunciar a la fuerza —dijo Franz con suavidad.
Sabina se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, de que aquella frase era hermosa y cierta. En segundo lugar, de que, al pronunciarla, Franz quedaba descalificado para su vida erótica.
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VIVIR EN LA VERDAD: ésta es una fórmula que utiliza Kafka en su diario o en alguna carta. (...)
¿Qué es eso de vivir en la verdad? La definición negativa es sencilla, significa no mentir, no ocultarse, no mantener nada en secreto. Desde que conoció a Sabina, Franz vive en la mentira. Le divierte mentir y esconderse, precisamente porque no lo ha hecho nunca.
Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a uno mismo, ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdad. Tener público, pensar en lo público, eso es vivir en la mentira. Sabina desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo, piensa Sabina.Y la persona que se priva de ella es voluntariamente un monstruo. Por eso Sabina no sufre por tener que ocultar su amor.
El amor, cuando se hace público, aumenta de peso, se convierte en una carga. Sabina ya se encorvaba por anticipado al imaginarse ese peso.
Franz la miró largamente y luego dijo:
-Hace ya nueve meses que tengo una amante. Por eso viajo tanto. He pensado que debías saberlo.
Después de pronunciar la primeras palabras se asustó, el coraje que tenía al comienzo lo abandonó. Apartó la vista para no ver en la cara de Marie-Claude la desesperación que suponía que le iban a causar sus palabras.
Tras una pequeña pausa se oyó:
-Si, yo también opino que debía saberlo.
(...)
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¿Qué es la coquetería? Podría decirse que es un comportamiento que pretende poner en conocimiento de otra persona que un acercamiento sexual es posible, de tal modo que esta posibilidad no aparezca nunca como seguridad. Dicho de otro modo: la coquetería es una promesa de coito sin garantía. (...)
Tomás siempre ha pretendido convencerla de que el amor y la sexualidad son dos cosas distintas. Nunca quiso entenderlo. Ahora está rodeada de hombres por los que no siente la menor simpatía. ¿Qué pasaría si hiciese el amor con ellos? Tiene ganas de hacer la prueba, al menos en esa forma de promesa sin garantías a la que se llama coquetería.
Para que no haya confusiones: No pretende tomarse la revancha. Lo que quiere es encontrar una salida al laberinto. Sabe que se ha convertido en una carga para él: se toma las cosas demasiado en serio, por cualquier cosa hace una tragedia, no es capaz de comprender la levedad y la divertida intrascendencia del amor físico. ¡Quisiera aprender a ser leve! ¡Desea que alguien le enseñe a dejar de ser anacrónica!
Promete con demasiado fervor, sin dejar suficientemente clara la falta de garantías de la promesa. En otras palabras, le parece a todo el mundo excepcionalmente accesible.
(La insoportable levedad del ser dobla páginas con valor para él, ello y el yo: Que aproveche.
Sueño el peso de las nubes.)
Sueño el peso de las nubes.)