sábado, 25 de enero de 2014

Conozco el - porque sí - más incómodo del mundo,
el lunes sonaba así:
      - Ya sabremos encontrar los límites en futuras ocasiones'

las palabras de otros no me molestan para nada.
el martes martilleaba en una boca incorrecta así:
      - '¿Te ha engordado el culo o son los pantalones?'

los - ya está bien - salían de la de Pablo el miércoles:
      - Odio cualquier contacto físico de alguien que no me guste. Si no lo sabes no me toques'

y el jueves Rocío me mostraba la impotencia de romper cosas artificiales:
'Me han hecho las uñas para que así deje de mordelas'

La repetición no quita lo valiente sino lo cobarde:
'El riñón de los peces es alargado, imagina con qué facilidad cogen frío.'

Esta semana me crecieron las uñas,
me mordieron los riñones el frío,
me quedan grandes los pantalones y no sólo tomo la palabra sino que la manoseo.

El - porque sí - más incomodo es el que tildas de obligatoriedad.
Es el interior el que marca la indiferencia.
Si estás cómodo es porque dejaste de escuchar por ti mismo.


(Ya verás cuando siga siendo de día a las cinco de la tarde)

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