miércoles, 27 de noviembre de 2013

Dx de px biológico incierto.

Te dejas fluir como un bote de dinero fácil que sólo flota por la concentración salina del entorno en el que actúas, como si de tu programa de televisión favorito se tratara tu mente se estanca en aquel mar muerto.
Se te duerme la lengua, presionas las extremidades y la garganta, tus dedos no responden con el cosquilleo de consolación tras una ausencia local de respiración, te limitas a lo de fuera y se te pone malo lo de dentro. Todo vale contigo misma porque todo valió contigo misma.
Enfermar te parece mezquino con esta crisis, las neveras se pudren de vacío desde que vi como crecían hongos en un bote de mermelada. 

Pronóstico: deja ver tus puntos de sutura absorbibles e intenta no volver a meter la pata en la llaga.


Fotograma del capítulo 1x08 de Masters of Sex, serie de showtime que trata la sexualidad a mediados de los años 60 y, necesariamente, las reacciones del cerebro humano antes estímulos placenteros volcados en el contacto entre dos seres- Otra forma de defender contra mí misma eso de que el sexo para mí es imposible sin pasarse de la raya.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Catacrocker.

El estado de ánimo de alguien que lleva pantalones pesqueros sin río ni mar. Que tobillea firme látigo, hueso cartílago, que busca palabras falsas en la RAE. 'Extrambólico' -siempre extra de más- sábado con escamas córneas de domingo. Dosmiltrece, me debes un viernes con sabor a sábado, desgraciado.
Catacrocker.


lunes, 7 de octubre de 2013



ADÁN

se pone las costillas de sonrisa hambrienta,
traga los nervios buscando desnudar el estómago que tiene por nudo.
La garganta resulta el mejor colador cuando tragar te llena
y te desarma si bien no esperas que se atresie tu corazón
cuando el tiroides toma más decisiones que tu cerebro.
El timo llega al acosarte con delirante barro
mientras piensas en
EVA

A veces soy tan hermafrodita que no me sale mirarme el ombligo.
Eso y que estudiar la anatomía e histología del tiroides no me ayuda una mierda,
el sistema endocrino me sigue pareciendo un -timo.

domingo, 1 de septiembre de 2013

El verbo jugar nos corresponde.

El verbo jugar nos corresponde, nos echa las culpas. (Aunque no nos pertenezca una mierda)

Recuerdo, rompimos nuestras huchas.
Recuerdo que martilleó la confianza, de hecho lo sigue haciendo, pero aquel fue sin embargo un golpe seco suficientemente fuerte como para resquebrajar la porcelana de nuestro futuro. Nosotros lo guardábamos depositado en un cerdito. Un golpe seco y silencioso como un terremoto que se siente a gritos y se llora a voces fue.
Recuerdo como se desperdigaron monedas de céntimo para que reuniéramos la cantidad suficiente, la cantidad deseada para comprar un balón.
Aquella era una pelota capaz de resultar pesada a un adulto y ligera a un niño.
Recuerdo. Jugábamos de noche en parques vacíos, la pelota resbalaba mucho más en césped recién cortado y regado, podíamos darnos la mano y sostener al mismo tiempo la esfera al pasear en asfaltos calientes, y durante el día aguardábamos como el pequeño que disfruta más leyendo bajo las sábanas de su cuarto con una pequeña linterna que a plena luz del día.
Una noche se me coló la pelota en tu tejado, te pedí que buscaras las llaves, te pedí que subieras y afrontaras que era tu turno. Que recuperases el balón aunque jugásemos a otra cosa.
Te lo pedí y ahora me cuesta coger el aire como en el mejor momento del juego, mientras el balón sigue en tu azotea y a mí se me subieron las almas gemelas desde tus pantorrillas a mi garganta.

Recuerdo como escribía en presente, y ese es otro de los calambres.