martes, 2 de octubre de 2012

Adioses

Los besos no se acaban, se contienen. De aguantar la respiración me saldrán bultos en el cuello. Si se acaban las caricias pronto me crecerán los dedos. Quítamelo todo. Pero no tus ojos. No me arrebates el espejito de lo que un día seguiremos siendo. Hito, dime cuál es el futuro del reino. Nos mareamos mirándonos a los ojos tanto como un espejo frente a otro espejo, como un defecto que ya no sabes si es tuyo o mío. Trasplante de corazón de cordero degollado en cuerpo de cazador. Flechas de echar cosas en cara a centímetros de distancia y con aviso previo. Me niego a volverme tierna a base de golpes, prefiero ser todo nervio. Te prohíbo besarme sino me dejas salir de esta urna. Y pisotear las flores que otros regalan y tu metes en jarrones de agua salada. Las mujeres medalla se beben en copa de trofeo. Déjate crecer la barba, el pecho, los brazos, para un día partirme la cabeza en dos por abrir demasiado la sonrisa.

Que me desvelen a qué cantidad de adioses sobrevivimos.
O que me justifiquen.
Todo el mundo en algún momento lo hace y nosotros, justo ahora, empezamos a fingir no ser nada.
William, it was really nothing.


Sigo con los dichosos princesismos.

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