viernes, 9 de noviembre de 2012

Trifulca II: Me he mudado a los gimoteos.

Ya sé dónde van a parar todas las lágrimas que no derramamos. 
Hoy he sentido como una de ellas descendía por mi garganta. Aquellas gotas una vez acumuladas entre párpados son filtradas a través de la córnea dejando algún sodio entre tejidos, pocas encuentran su muerte silenciosa en las fosas nasales por evaporación mientras otras empapan la sangre con disimulados sollozos de conformismo.
Si nosotros fuéramos ciudades, si fuéramos lugares, si sin duda alguna somos habitados y recorridos, entonces, las lágrimas serían los poetas.

Y es que no son las miradas quienes gritan, sino un centilitro y pico de lágrima (aproximadamente diez mil microlitros de lírica) Un grito de lluvia, un grito de río, un grito catarata, un grito gotera, un grito de grifo. Azul intensamente transparente.
Un grito gotea, y por eso ya no lloro las noches por ti ni los días por mí.

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