La negación que no destruye sino que confirma
es quedarme mientras te miro con todo ésto que no puedo dar flotando en el iris,
es mi pupila un agujero negro que todo traga,
que anhela ser dilatada por la luz cedida de una cama vacía.
Cuando no hacías falta,
era más necesario el parpadeo que el polvo suspendido.
En este ambiente, y en tantos otros,
conformismo es pedirte que te quedes sintiendo que te marchas.
(La trifulca número IV no será otra que de nuevo la primera, que precede al eterno negado en vida. Como debe ser.)
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