jueves, 6 de enero de 2011

El tiempo (masculino) es un puto egoísta.




Yo. Que tiro el tiempo con tantas vividas, vividas bebidas a boca abierta y lengua extraída. Con la imagen de lo gozoso del hombre al reflejar en sus pupilas unos mujeriegos molares, inundados en semen.
Yo, que malgasto el tiempo como la saliva, cuando intentas cambiar a una sociedad amurallada en sus mentes ya corrompidas.
Yo, que tiro por la ventana horas, minutos y segundos a las rodillas de mis padres. Siendo ellos merecedores de permanentes marcas de carmín en las mejillas.
Yo. Te dejo morir tantas y tantas veces Tiempo, que enseñaría las tetas en cualquier balcón mientras me devolvieran, sin cobro revertido, toda esa esencia tuya que no enseño nada. Ni siquiera unas sucias bragas.


De lo ingenuo de mi persona por pensar en la personificación egoísta del tiempo.

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