sábado, 14 de enero de 2012

Con lo fácil que es preguntarle, decidí preguntarme.

Si sueño cada noche con su cuerpo y duermo unas 5 horas. ¿Mi somier es o no de láminas de madera?  
Si el corazón late entre 60 y 120 pulsaciones por minuto y bombea unos 5 litros de sangre por todo el organismo. ¿Cuánto tardaré en enamorarme?

Le faltan datos y no se le nota en la mirada. Los nervios no alcanzan la nuca de ella, tampoco su mano, ni ese ceño fruncido.
Él, vestido como aquel estudiante que no necesita pasar demasiadas horas delante del libro.
Necesito algo más, un esquema, un ejemplo, un beso, algo- murmuraba.
Una mirada al frente, un olisqueo y un par de dedos entre los enmarañados cabellos valieron para que su lapicero se posara en los problemas. Aquellos que deseó que pronto ella cometiera. Soberbio y sin rastro de las ojeras que provocan una noche en la que faltan caricias, comenzó desordenado el aprendizaje de soluciones.

Solucion 1.
La única madera está en tu corazón, y las láminas de tu colchón piden ser sustituidas por mis lametones en tu cuello, urgentemente.
Solución 2.
El corazón late de media a 90 pulsaciones. Tu naciste en el 92 y yo en el 88, la media, entre nosotros, también es 90. Por lo que, si A->B y B->C la solución es:
El corazón late, de media, entre nosotros.


(Un día de primavera tuvo que ser. Tuvo que ser.)

1 comentario:

B. dijo...

Lo que tuvo que ser.