Voy a inventar un órgano inaudito, con tejidos de plástico que derramen gotas ardientes por mi garganta.
Opaco y simple. Dañino y termolábil.
Pero, sobre todo, que cree úlcera en tu estómago cuando recojas a lametazos un vómito provocado. Desechos insolubles de este petróleo capaz de ennegrecer tus silencios. Aquellos que están de menos.
(Hoy, y sólo porque ha pasado la media noche, que le den por culo al empirismo. La desciencia cierta me acuna porque tú ni me resultas.)
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