1929
Podría haberlo definido, con igual precisión, si lo hiciera con términos opuestos: alma frágil, mezclada y absurda, incapaz de querer, y, por saber esto, incapaz de no desear querer, y al saber también esto, consumida por mil deseos no sólo imposibles sino contradictorios, conocedora desde su propia formación de que estos deseos son contradictorios e imposibles; analizándose mil veces, hasta la abstracción, y encontrando en sí misma mil sutilezas de la sutileza que redescubre con ficciones del mismo análisis nacido de la capacidad de analizar; pensando con precisión lo que piensa imprecisamente; sintiendo bajo la marca de lo visual pero registrándolo con la seducción de lo auditivo; desenfocada por las grandes heridas pero lúcida en ellas; tonta en los pequeños insultos a su manera de sentir, con miedo de todo excepto de sólo sentirlo todo; feliz con un rayo de sol que da en otra parte, sólo por verlo, infeliz por saber como ve, ociosa por tedio, lánguida por error, banal por aceptación.
1929-1930
No sé lo que digo. Pertenezco a la raza de los navegadores y de los creadores de Imperios. Si hablo como soy, no seré entendido, porque no tengo Portugueses que me escuchen. No hablamos, yo y los que son mis compatriotas, un lenguaje común. Callo. Hablar sería no ser comprendido. Prefiero la incomprensión por el silencio.
1930
Cuanto más profundizamos, con la vida, en la propia sensibilidad, más irónicamente nos conocemos. A los veinte años yo creía en mi destino funesto, hoy conozco mi destino banal. A los veinte años yo aspiraba a los Principados de Oriente; hoy me contentaría, sin detalles ni preguntas, con un final tranquilo para mi vida, dueño de una imprecisa tienda de tabacos.
Lo peor que hay en la sensibilidad es pensarnos en ella, y no con ella. Mientras desconocía mi ridiculez, pude tener sueños magníficos. Ahora que sé quien soy sólo me quedan los sueños que decido tener.
El ridículo es el golpe que nos devuelve la inteligencia; hay una buena parte de la inteligencia de la que no conozco sino el golpe.
Si hago estos análisis de un modo descuidado y casual es porque de este modo retrato mejor lo que soy. No sólo soy incapaz de un análisis realmente profundo, además soy demasiado artista para pensar en hacerlo; pensar en hacerlo sería pensar en dar de mi la idea de que soy una persona disciplinada y coherente, cuando en realidad soy un analista disperso y sutilmente descentrado. Mi arte es ser yo. Yo soy muchos. Pero, a pesar de ser muchos, soy muchos en fluidez e imprecisión.
Muchos creen cosas falsas o incompletas de mí, y yo, al hablar con ellos, hago todo lo posible para que sigan creyéndolas. Delante de alguien que me considera un simple crítico, yo sólo hablo de crítica. Al principio lo hacía espontáneamente. Después decidí que esto era mi constante esfuerzo para no causar fricciones, [-]
Líbrame como me libraste en el Umbral, de la ambición, de la vanidad y del orgullo.
Dame la mano para que no tropiece; la luz, para que no esté ciego; la vida, para que no esté muerto.
(Fernando Pessoa - Diarios
La de caprichos que me brindan los libros, no sé si sale o entra vida en ellos, ni cuándo, si cómo;
que por cierto, hay qué ver lo que abusa Pessoa de la coma.)
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